
Qué raro cuando no estamos distraídos, cuando no tenemos prisa, cuando sabemos detenernos y sonreír, y comprender, y cerrar los ojos; y notar incluso los segundos que corren por nosotros, y saber vivirlos todos a fondo y saborearlos con una sonrisa, con preocupación, con esperanza, con deseo, con claridad, con cualquier duda, pero saborearlos, saborearlos a conciencia.
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